Milvia Pacheco: Traspasando los límites geográficos y aprendiendo a vivir en abundancia.

Milvia Pacheco: Traspasando los límites geográficos y aprendiendo a vivir en abundancia

A finales de febrero conversamos con Milvia Pacheco, venezolana a quien admiramos por su dedicación y trabajo aquí en la comunidad de immigrantes y latinos en el estado de Washington. […]

A finales de febrero conversamos con Milvia Pacheco, venezolana a quien admiramos por su dedicación y trabajo aquí en la comunidad de immigrantes y latinos en el estado de Washington. Ella es actual presidente de la organización Movimiento Afrolatino Seattle, y realmente hablar con ella es sentir su pasión no solo por el arte sino también por las cosas y personas en su entorno de quienes constantemente busca aprender y crear para, como dice ella: “seguir sirviendo de conducto para el empoderamiento”.

Esta mujer enérgica y vibrante nos contó de su desarrollo profesional estos últimos 5 años con la organización, al igual que de un par de proyectos que la enorgullecen hoy día, siendo uno de ellos: “Conectándonos MÁS” que es un programa que conecta a jóvenes afrolatinxs y afroindígenas con sus raíces a través de valiosas historias, actividades y experiencias.

En unas de las preguntas que le realizamos, Pacheco nos permitió conocer un poco de su historia como inmigrante al referirse a sus experiencias como un camino de encuentro a sí misma, y en el que fundamenta uno de los mejores consejos que comparte con otros inmigrantes a la hora de adaptarse a una nueva vida.

¿Qué ha cambiado de la Milvia Pacheco que emigró a los Estados Unidos a la mujer profesional y artista que vemos hoy?

Una de las cosas fundamentales en las que he cambiado es que yo he reconocido la herida, la herida que tiene que ver con ser una mujer negra e inmigrante y de latinoamérica. Entender ese proceso, reconocer ese proceso, me ha permitido dar pasos adelante a vislumbrar mi sanación. Estos 5 años han sido unos años de encontrarme en ese proceso de sanación a través de coordinar, de organizar, de crear espacios, de escuchar a esa niña de 13 años que está dentro de mí y que quise callar muchas veces y decirle: “Ok yo te escucho. ¿De dónde viene ese dolor que sientes? ¿Por qué tienes ese dolor? ¿Cuáles son los espacios que necesitas para que te sientas fortalecida de voz y puedas crecer junto conmigo?”

Una de las cosas que ha cambiado es que he abierto espacios para escuchar eso y he abierto espacios para sanar y encontrarme conmigo y decir: “Sí, soy negra. Sí soy una mujer inmigrante, sí soy artista. Sí tengo una manera diferente de ver el mundo y esa manera diferente de ver el mundo tiene cabida, puede tener cabida aún a pesar de un sistema opresor”. Entonces, el cambio es que ahora camino conmigo y estoy desmantelando esas cosas que mantenían callada esa voz interior en mí que clamaba salir.

Siendo venezolana y habiendo pasado por estos procesos que te traen cambios y logros, ¿cuál es un mensaje que les darías a los inmigrantes venezolanos que hoy en día están viviendo la experiencia de adaptarse y reinventarse personal y profesionalmente?

Yo siento que hay algo que es importante de toda esta experiencia. Yo salí de Venezuela hace muchos años, entonces para mí referirme a Venezuela es una cosa que tiene que ver más con localidad, tiene que ver con San Agustín, con el barrio donde crecí, con los olores en qué crecí; que tiene que ver con el Tereza Carreño, con el Ateneo, con El Avila; que tiene que ver con Choroní, con mis viajes a Mérida, con unas experiencias bien particulares e historias locales y con todo ese contexto. Pero no tiene que ver con un límite geográfico, con una idea de nación que ha sido impuesta y que ha borrado un montón de voces que hace el quehacer venezolano. Y en esas voces que se han borrado han desaparecido las voces de la indianidad (de ser indígena) y de la negritud

Por eso, como inmigrante he aprendido y reconocido que yo vengo de un lugar que va más allá de ese territorio [Venezuela]. Yo no creo en las fronteras, y por eso también emigro, para mí, el camino de emigrar es el encuentro conmigo, ese encuentro personal, de encontrarme en paz con quién soy, y no solamente por crecer en cuanto al acceso que pueda tener en términos monetarios, en términos de estatus, [por ejemplo] sino saber cuánto más puedo crecer y conectarme con mi ser.

Porque esa conexión con tu ser es lo que va a dar acceso a que puedas vivir en abundancia. Y vivir en abundancia no es necesariamente acaparar sino poder tener acceso a lo que necesitas en el día y utilizarlo con intención.

Muchas veces nosotros aprendemos (o nos enseñan) que hay un solo camino en el progreso, y ese camino es hacia la blanquitud (así lo veo yo); el progreso luce como que tienes que ir a la universidad, hacer esto y aquello, y hacerlo de una determinada manera. Pero realmente el avanzar hacia el progreso es una experiencia de vivir, es también la experiencia de recordar, la experiencia de entender cuál es tu visión en tu vida, es la experiencia de entender y conocer cuál es tu voz – encontrarte con tu propia voz. Entonces mi consejo a los inmigrantes es que reconozcan que tienen un experiencia que vivir y una voz que conocer y escuchar y que es suya.

Pareciera que nos enseñaron que tenemos que estar y permanecer en un lugar, quietos, pero yo no creo en las fronteras. Yo entiendo que hay convenios entre naciones y también observo que no necesariamente son convenios justos para todas las dinámicas históricas que han forzado a la gente a permanecer/estar en un territorio, o que han forzado, de hecho, a la gente a salir de sus territorios, por eso yo siento que una manera de encontrar arraigos como inmigrantes es al entender de dónde vienes, pero también entender hacia dónde vas y quién eres tu, cómo te puedes encontrar contigo, y muchas veces eso no nos lo enseñan.

Como inmigrantes, irnos adaptando a nuevos sitios es un trabajo duro porque tienes que pasar por el trabajo del desarraigo igualmente, y éste no solamente es un desarraigo geográfico, también es un desarraigo emocional, espiritual; no vas a oler las mismas cosas, no vas a saborear las mismas cosas, no vas a hablar de la misma manera, te vas a encontrar otros temas y maneras en que la gente se va a expresar, y descubres ahí que la única forma de andar ese camino al mismo momento en que sales de tu territorio es haciendo un caminata hacia tu interior. Si tu vas caminando, si tu vas migrando, cambiando de lugar geográfico, al mismo tiempo tienes que ir caminando hacia ti para poder conseguir la ruta que te va a llevar al encuentro de ese estado pleno.

Y llegas al encuentro de ese nuevo arraigo, un arraigo hacia tí. Te desarraigas de una geografía y te arraigas a tí, a tu ancestralidad, a tu memoria, a tu espiritualidad. Yo siento que ese trabajo es importantísimo hacerlo como inmigrante porque es lo que te va a ayudar a entender cuál es el camino a seguir y porqué tu estás haciendo y tomando ese camino. Porque esto de emigrar va más allá de buscar tener un accesso a un lugar, va más allá de decir, por ejemplo, “yo necesito tener más dinero”; cuando uno sale de un lugar sale porque también hay otras necesidades de vida que atender. Hay mucha razones por las cuales la gente emigra, y la mayoría de las personas emigra, sobretodo en venezuela, porque hay una situación forzada de migración.

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