Dalia Maxum en residencia literaria: reflexiones con disciplina, locura y creatividad

Dalia Maxum en residencia literaria: reflexiones con disciplina, locura y creatividad

Nos habló de momentos clave durante su estancia en el 3er retiro para escritores 'Claudia Castro Luna' de Seattle Escribe

La escritura suele ser un oficio solitario, pero en ciertas ocasiones, la compañía adecuada puede convertir el proceso en una experiencia profundamente enriquecedora. Así lo vivió Dalia Maxum, una escritora entusiasta y en constante formación, quien recientemente participó en el tercer retiro para escritores «Claudia Castro Luna», una residencia organizada por Seattle Escribe que marcó un antes y un después en su trayectoria creativa.

Recordemos que el propósito principal de las residencias de escritura, en caso de que no estés familiarizado con el término, es brindar un espacio dedicado para quienes desean escribir con compromiso, permitiéndoles crear sin las distracciones y presiones del día a día. Además, facilitan el avance en proyectos literarios y la exploración de nuevas ideas. Si bien es muy cierto que cada residencia tiene su propio enfoque, plazos y requisitos, todas comparten un objetivo común: ofrecer una oportunidad invaluable para el crecimiento y desarrollo de quienes buscan perfeccionarse como escritores.

Para Dalia, como nos compartió en una reciente conversación, este espacio no solo le permitió perfeccionar sus escritos, sino también compartir ideas, emociones y aprendizajes con otros participantes—escritores con trayectoria y nuevos talentos—, generando un intercambio y una conexión que revitalizaron su proceso creativo. Una experiencia que la dejó ilusionada y llena de nuevas perspectivas para su futuro en el mundo literario.

Imagen: Dalia con miembros de su grupo junto a la fundadora del retiro de escritura, Claudia Castro Luna.

El poder de la rutina con influencias y mentoría

Mientras la escuchábamos, creímos que uno de los pilares de esta experiencia fue la entereza que ella y sus compañeros adoptaron desde el principio. Dalia compartió residencia con 3 participantes más: Luis Ávila, Carlos Vázquez Cruz y Sayra Torres. Nos contó cómo, cada noche, los cuatro integrantes del grupo se reunían después de un día de escritura para leer sus avances y brindarse retroalimentación.

“Algo que nos ayudó muchísimo como grupo fue que tuvimos la disciplina, y, un poco, la locura, de reunirnos todas las noches a leer lo que habíamos escrito”, nos explicó. Estas sesiones no solo fortalecieron el sentido de comunidad—algo fundamental para el bienestar emocional—, sino que también fomentaron el ambiente de aprendizaje y crecimiento aportando ese toque propio del ámbito académico. La constancia del grupo se convirtió en un ejemplo tangible de cómo el esfuerzo contínuo llega a producir resultados significativos.

Durante la residencia, Dalia sintió que estuvo rodeada de escritores talentosos, cada uno aportando algo único en esta experiencia, y de un profesor inspirador, Carlos Vazquez Cruz (también autor y poeta) quien modeló con su ejemplo los resultados de la ardua dedicación y la constancia. “Él, talentosísimo, pero sobre todo trabajador, nos inspiró y mostró los frutos del trabajo duro”, añadió. Además, sus compañeros Luis y Sayra dejaron una huella importante: Luis, con su valentía y talento, mostró cómo desafiar las normas con creatividad; Sayra, por su parte, impulsó al grupo a utilizar un enfoque más metódico. “Cada uno me enseñó algo diferente, y esos aprendizajes fueron como gotas de agua bendita que transformaron mi proceso creativo”.

Imagen: Miembros del grupo participante y organizadores de Seattle Escribe.

Equilibrando trabajo y diversión

Aunque la residencia fue un espacio para la exploración y fortalecimiento de la escritura, también hubo momentos de espontaneidad y conexión. Dalia recuerda con entusiasmo las risas compartidas, el baile y hasta las escapadas improvisadas del grupo. “Entre las risas, la sobremesa, el bar y la lectura, logramos un balance sano”, reflexiona. Esta combinación de trabajo y diversión alimentó su creatividad, demostrando que a veces las mejores ideas surgen en los momentos de relajación y camaradería.

Lecciones duraderas y un consejo para los escritores

Más allá del tiempo que ella pasó en la residencia y de cómo nos relataba su vivencia, salió con herramientas y lecciones que, como confirmamos, siguen impactando tanto en su escritura como comunicación. Entendimos de este tipo de oportunidades literarias cómo la disciplina no entra en conflicto con la locura creativa, y cómo la colaboración con otros puede enriquecer profundamente nuestros propios estilos. Así como toca entender ¨también la importancia de dejar que las cosas pasen¨.

Las residencias de escritura suelen permitir reflexiones que dejan un impacto duradero en la vida de un escritor (sea alguien con o sin experiencia narrando en sus propias palabras).

Para quienes están considerando postularse a una residencia, Dalia tiene un mensaje claro: “¡Hazlo! La vida es corta”. Al permitirse aprovechar este oportunidad, aprendió que atreverse a desarrollar nuevas habilidades y abrirse a nuevas oportunidades puede transformar no solo la escritura, sino también la perspectiva de vida.

Caja de Comentarios
Comparte este artículo 😉
0Shares